sábado, 13 de marzo de 2010

Nanas de la cebolla





"Estos días me los he pasado cavilando sobre tu situación, cada día más difícil. El olor de la cebolla que comes me llega hasta aquí, y mi niño se sentirá indignado de mamar y sacar zumo de cebolla en vez de leche. Para que lo consueles, te mando esas coplillas que le he hecho, ya que aquí no hay para mí otro quehacer que escribiros a vosotros o desesperarme..."



Esta nota se la escribió Miguel Hernández a su mujer cuando se enteró por una carta de que ella y su hijo sólo tenía pan y cebolla para comer.



Lo detuvieron cuando acabó la guerra por pertenecer al bando republicano. Y fue en la cárcel donde escribió 'Nanas de la cebolla', desgarradora poesía dedicada a su hijo, cuando era ya lo único que podía hacer. Pertenece a su libro Cancionero y romancero de ausencias.




La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.



Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.




Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!



Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Ser de vuelo tan lato,
tan extendido,
que tu carne es el cielo
recién nacido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.



Miguel Hernández pertenece a la corriente llamada 'Poesía desarraigada' de la generación del 36. Una de las características de este movimiento es el tono trágico que se observa (En la cuna del hambre mi niño estaba, con sangre de cebolla se amamantaba). Otra es que es una poesía desazonada que se enfrenta a un mundo deshecho y caótico, influido por el sufrimiento y la angustia (No te derrumbes, no sepas lo que pasa ni lo que ocurre). Esta poesía tiene un estilo sobrio y sencillo, con pocos adornos.

En Cancionero y romancero de ausencias los poemas son intimistas y conmovedores, de intensa emoción humana debido, en parte, a la dura vida que le tocó vivir.



En este poema, Miguel Hernández trata de proteger a su hijo, trata de proteger su alegría infantil, como se aprecia en los tres últimos versos.



Para terminar, queríamos dejar el enlace para escuchar a Serrat contando esta poesía:
http://www.youtube.com/watch?v=038o8tRSbrE

Saludos.

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Nos ha llamado mucho la atención el poema que habeis escogido para representar a Miguel Hernandez.
    Además el blog está muy bien estructurado y ordenado, por lo que se hace fácil encontrar información.
    Nos gusta mucho vuestro blog, chicas... Continuad así, Suerte!
    Bs

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  3. Es precioso este poema de Nanas de la cebolla. La agonía que sentiría Miguel Hernández cuando escribió esto pensando en el hambre que sentiría su hijo... Es curioso ver cómo la tristeza es con frecuencia la mejor inspiración.

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